El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, llamó a los estadounidenses que están en Ucrania a abandonar “ahora” ese país, tras el inicio de ejercicios militares rusos cerca de la frontera ucraniana.
“Los ciudadanos estadounidenses deberían marcharse ahora (…) Las cosas podrían acelerarse rápidamente”, dijo Biden la noche del jueves en una entrevista con NBC News alertando del poderío del ejército ruso, que desplegó unos 100.000 soldados en su territorio en respuesta al avance de la OTAN hacia el este.
El mandatario estadounidense, sin embargo, descartó nuevamente el envío de soldados a Ucrania, ni siquiera para evacuar a sus ciudadanos en caso de invasión.
Eso sería “una guerra mundial. Cuando los estadounidenses y los rusos empiezan a dispararse, estamos en un mundo muy diferente”, aseguró.
La entrevista fue emitida después del inicio de importantes maniobras conjuntas de los ejércitos ruso y bielorruso a las puertas de Ucrania que enturbiaron las incipientes señales de esperanza tras semanas de intensas negociaciones en Europa.
Estos ejercicios, concentrados especialmente en la región bielorrusa de Brest, limítrofe con Ucrania, implican el despliegue de misiles y armamento pesado y, según Estados Unidos, de 30.000 soldados rusos adicionales.
La OTAN aseguró que el despliegue de misiles, armamento pesado y soldados en ese país ubicado justo al norte de Ucrania era “un momento peligroso para la seguridad en Europa”, que vive los momentos de mayor tensión desde la Guerra Fría.
El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, acusó a Moscú de ejercer una “presión psicológica” sobre la antigua república soviética, ahora inclinada hacia Occidente.
Por su parte, el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, advitió que Rusia podría invadir Ucrania “en cualquier momento”, según recogió la agencia de noticias AFP.
“La invasión puede producirse en cualquier momento y, seamos claros, podría ocurrir incluso durante los Juegos Olímpicos”, dijo Blinken desde Australia, aludiendo a hipótesis lanzadas sobre el deseo de Rusia de esperar a que acabe esta importante cita deportiva para no eclipsar a su aliado, China.
“Para decirlo simplemente: seguimos viendo señales preocupantes de una escalada rusa”, agregó Blinken tras una reunión con sus socios del llamado Quad (Australia, India, Japón y Estados Unidos), en Melbourne.
Los líderes europeos se adentraron en un frenesí diplomático en las últimas semanas para tratar de desactivar la crisis, incluyendo visitas a Moscú del presidente francés, Emmanuel Macron, y próximamente del canciller alemán, Olaf Scholz.
El nuevo dirigente germano se reunió el jueves con los líderes de los países bálticos y advirtió a Rusia de “no subestimar la unidad y la determinación como miembro de la Unión Europea y aliado de la OTAN”.
En un intento de evitar “incidentes desafortunados”, el jefe del Estado Mayor estadounidense, el general Mark Milley, mantuvo una inhabitual conversación con su par bielorruso, el general Victor Goulevitch, indicó el Pentágono.
El ministro de Defensa ruso insistió que los ejercicios se centrarían en “suprimir y repeler agresiones externas” y el Kremlin prometió que las tropas serían repatriadas una vez terminen las maniobras, previstas hasta el 20 de febrero.
Además de los movimientos en Bielorrusia y el despliegue en la frontera ucraniana, Rusia mandó seis buques de guerra a través del Bósforo para unos ejercicios navales en el mar Negro y el mar de Azov.
El jefe de la diplomacia rusa, Serguei Lavrov, calificó de “incomprensible” la preocupación europea y estadounidense por estos ejercicios y alertó que “ultimátums y amenazas no llevan a ningún lado”.
Lavrov recibió el jueves en Moscú a su homóloga británica, Liz Truss, que pidió la retirada de las tropas rusas de la frontera ucraniana. La ofensiva diplomática de Londres fue completada por la visita del primer ministro Boris Johnson a la OTAN y a Polonia.
Johnson insistió en convencer a Putin de participar “en la desescalada” durante una visita a sus tropas desplegadas en Polonia.
Rusia está acusada de preparar una nueva operación militar contra Kiev, tras la anexión de Crimea en 2014, acusaciones rechazadas por el Kremlin, que dice querer garantizar su seguridad ante la hostilidad de Kiev y la OTAN.
El Kremlin presentó unas exigencias de seguridad para desactivar la crisis, que incluyen la prohibición de una eventual entrada de Ucrania a la OTAN y la retirada de la alianza militar de algunos países del Este de Europa a los que la alianza militar había prometido no acercarse tras las negociaciones posteriores a la caída de la Unión Soviética.
Aun así, ambas partes abogan por mantener la vía diplomática abierta que, antes de las maniobras en Bielorrusia, había dado señales de esperanza.
Tras la anexión de Crimea en 2014, estalló una guerra en la región ucraniana del Donbass, fronteriza a Rusia y con una mayoría de etnia rusa, entre las fuerzas de Kiev y separatistas que ha dejado más de 14.000 muertos en ocho años, según el último balance de la ONU.
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